PARA EMPEZAR
TE PROPONGO QUE RELEAS EL CUENTO “OSCURIDAD” DE HERNAN WINNE, SI PODES HACERLO
CON ALGÚN MAYOR DE TU FAMILIA MUCHÍSIMO MEJOR.
Oscuridad,
un cuento sobre fútbol y dictadura
Oscuridad
Me encanta jugar al fútbol.
Siempre que puedo lo agarro a papá y me lo llevo a la plaza y pateamos unos
tiros. como si fuéramos jugadores de fútbol verdaderos. Nos
divertimos mucho. Él disfruta viéndome correr porque piensa que puedo ser un
grande. A veces me dice que me va a llevar a algún club a probarme. Pero yo no
quiero. Yo me quedo con la plaza y con él. Cuando mamá puede nos
viene a ver y yo me doy cuenta de que llega porque huelo desde muy lejos ese
aroma que sólo le pertenece a ella. El mismo que siento a la mañana, cuando me
prepara las tostadas y el café mientras papá se afeita y va a comprar
el diario. La verdad que no me puedo quejar por los padres que me tocaron.
Nunca me fallan en nada, me despiertan, me hacen el desayuno -a veces me lo
traen a la cama-, me llevan al colegio, y si alguna vez no pueden cumplir con
algo prometido, me avisan y se ponen de acuerdo en recordarme que “lo prometido
es deuda”. Por eso yo les hago caso siempre, aunque no me guste lo que me
digan. Si no, saldría a la calle después de las siete de la tarde, pero como
papá siempre dice que desde esa hora nadie puede salir porque está todo oscuro,
yo no salgo. Aunque sepa que en verano oscurece más tarde, no me
interesa averiguar si hay otra razón. Yo le creo y punto. Si quiero fútbol,
así son las cosas
A mamá le encanta
preparar sandwiches y comprar galletitas a la tarde porque yo siempre invito
compañeros a casa. Como es grande, podemos hacer lío, mamá nunca
nos dice nada porque le gusta que nos divirtamos. Además, cuando necesito una
mano es ella la que me ayuda a hacer la tarea y si termino antes de la hora
permitida me dejan ir a la plaza. Es una buena manera de convencerme para que
la haga todos los días. Y para que no falte nunca, claro. Porque si llego a
faltar no puedo ir a jugar al fútbol. Mamá sufre
cuando juego en la vereda. Los días que no me dejan ir a la plaza
porque nadie puede acompañarme, me quedo en la vereda con mis vecinos y jugamos
ahí. Yo vuelvo siempre con raspones… En la rodilla, en la frente… Por
suerte mamá y papá saben algo de primeros auxilios y me pueden curar
las heridas. Después, café con galletitas y todo solucionado. Tal vez
le dé el gusto algún día a papá de probarme en un club. Quizá me vaya bien y
pueda ser millonario…
Ya estamos preparados para el
gran acontecimiento. Todo el país está enloquecido y mi barrio más todavía. Yo
le dije a papá que quería ir con él y por supuesto no me dijo que no, porque
estaba dentro del horario de día. Además, nadie quiere perdérselo. Pudo
convencer a mamá y vamos a ir los tres cuando ellos vuelvan de la
Universidad. Van a tratar de salir antes y llegar temprano. Y… un Mundial en la
Argentina no se da todos los días… En unas horas tendrían que estar llegando.
Mientras tanto, yo recorto algunas fotos de una revista para guardar recuerdos de
los jugadores. Lástima que no lo hayan convocado a Maradona, el mejor jugador
de futbol del mundo.
Afuera hay mucho ruido, la
gente grita. Seguramente de felicidad, por Argentina, porque hoy podemos
ser campeones. Ahora, en un ratito, vienen y nos vamos para el Monumental a
gritar como locos y a disfrutar como nunca. Seguro que vamos a ganar. Somos los
mejores. No entiendo a esos que dicen que está todo arreglado, que si no gana
Argentina “va a haber lío”. ¿Qué lío? Tristeza por salir segundos, pero nada
más, como cuando juego en el potrero.
¿Qué pasa que no vienen?
Aunque sea podrían avisarme, llamarme, me habían prometido… El partido empieza
en veinte minutos… Y no llegan. Ya tengo puesta la camiseta, la bufanda, el
gorro, las banderas preparadas… Quiero irme. No puede ser que me hagan esto
justo hoy. ¡Es la final del mundo!
Recién llamó el tío y me dijo
que no me preocupe, que mamá y papá habían tenido problemas en la
Universidad y que no iban a poder ir al partido. También dijo que agarre todas
mis cosas y vaya a su casa, que ahí íbamos a verlo partido cómodos por la
tele. (¿Por qué lo llamaron a él y no a mí?) ¿Qué puede demorarlos tanto?
El partido fue muy
tensionante. Nos podrían haber ganado porque algunas pelotas pegaron en los
palos. Tuvimos la suerte del campeón. Sufrí. Mucho. Pero cuando llegaron los
goles los grité como un desaforado. En cambio, no entiendo por qué el tío
lloraba tanto, le pregunté pero no dijo nada. ¿Acaso no estaba feliz por el
triunfo de Argentina? Cuando el árbitro pitó el final y el 3 a 1 estaba
sellado, podían escucharse los alaridos de la gente. Yo descontrolado; mi tío
sentado en el sillón, pálido, serio, con los ojos colorados. No entiendo. Me
acerqué a la ventana y vi mucha gente festejando en la calle a pesar de que después
de las siete no se puede salir ni a jugar al fútbol.
Parece que mamá y
papá no van a venir a comer -pobres, llegarán de noche-, así que me voy a
quedar acá a dormir con el tío y la tía y los veré mañana cuando vuelva del
colegio. Les voy a contar cómo fue el partido, cómo sufrimos con el tío, cómo
grité los goles. Cuando vuelva de la escuela y ellos me estén esperando
en casa con el almuerzo, les voy a preguntar si a partir del próximo
domingo, que cumplo diez años, me van a dejar salir a la calle cuando esté
oscuro.
Hernàn Winne
Una vez leído el
cuento, te propongo que charles del cuento y que contestes estas preguntas en
la carpeta de Ciencias Sociales…
1 ¿Por
qué pensás que el título del cuento se llama “Oscuridad”?
2 2 Analiza
la siguiente frase “No entiendo
a esos que dicen que está todo arreglado, que si no gana Argentina “va a haber
lío”. ¿Qué lío? Tristeza por salir segundos”. ¿Qué pensás que estará queriendo expresar el autor?
3 ¿Por qué el protagonista se habrá hecho está pregunta?
¿Pensas que puede estar sospechando algo sobre lo que sucede? (¿Por qué lo llamaron a él y no a mí?)
4 4 Analiza el siguiente párrafo: “En cambio, no entiendo por qué el tío lloraba tanto, le pregunté pero no
dijo nada. ¿Acaso no estaba feliz por el triunfo de Argentina? Cuando el
árbitro pitó el final y el 3 a 1 estaba sellado, podían escucharse los alaridos
de la gente. Yo descontrolado; mi tío sentado en el sillón, pálido, serio, con
los ojos colorados. No entiendo”.
¿Qué es lo que le pasa al tío y al protagonista respectivamente? ¿A qué
pensás que se debe esta diferencia?
Hola Profe Esteban!
ResponderEliminarEstoy segura que este cuento les gustó a los chicos. Fue una etapa muy triste para nuestro país.